"No dudemos jamás de la capacidad de un grupo de ciudadanos insistentes y comprometidos para cambiar el mundo.
De hecho, así es como ha ocurrido siempre."
Margaret Mead

miércoles, 17 de abril de 2013

Madrid-Cangas de Onís en bicicleta

Este es el año de la LEL, una de las pruebas de ciclismo de larga distancia del calendario internacional. Consiste en recorrer 1418km desde Londres hasta Edimburgo, la capital de Escocia, y volver al punto de partida. Todo, a ser posible, conduciendo por la izquierda. No es una marcha competitiva, no hay una clasificación, pero para todos los participantes es un reto personal de envergadura. Hay que completar ese recorrido en menos de 116h, más o menos 5 días y 4 noches. Sale a una media de casi 300km/día. Toda una juerga. No hay etapas, cada uno se administra su tiempo, sus horas de actividad y sus descansos. Aproximadamente cada 80km hay que pasar un control. Ahí se puede comer, beber, dormir, tomar una ducha, etc.
Seguramente habrá quien intente cubrir el recorrido en el menor tiempo posible. Los más rápidos probablemente lo hagan en menos de 60 horas, casi de un tirón, sin dormir. El resto nos conformaremos con realizar el recorrido dentro del margen de tiempo, durmiendo lo más posible. Aún así habrá quién no duerma casi nada.
Y voy yo y me inscribo en esta prueba. Anteriormente había participado en pruebas parecidas, de 300km como máximo en un día. El salto cuantitativo se las trae. Pero todo es posible... entrenando claro.
En eso estamos. Llevaba tiempo rumiando la idea de hacer un gran viaje de 460km de fin de semana para visitar a mi hermana Marisa que vive en Cangas de Onís (Asturias). Ella viaja por razones de su negocio, varias veces al año, los domingos por la tarde hasta Madrid. Además tiene una furgoneta enorme. El martes 9 de marzo me llama avisándome que el siguiente domingo vendría a Madrid. Miro la meteo, buen tiempo (el primer fin de semana de buen tiempo de todo el invierno), temperaturas suaves y vientos flojos de componente sur. Condiciones inmejorables para el viaje.
Estas cosas se pueden hacer en solitario, pero es mucho mejor hacerlas en compañía. La semana anterior le había contado a mi amigo José Manuel Andrey, en el transcurso del viaje para hacer el 300 de Puertollano, los planes que tenía. Le había gustado la idea y además había hecho en temporadas anteriores viajes parecidos a Comillas (Cantabria). Cuando se lo conté se resistió poco. Además de ser un viaje divertido es un magnífico entrenamiento para la LEL, prueba a la que también está inscrito.
Sábado 13 de marzo. Quedamos en las inmediaciones de la Plaza de Castilla a las 6:30 con intención de llegar en la primera jornada hasta Carrión de los Condes (Palencia) km300 del recorrido y continuar el domingo con los 160km restantes para llegar antes de la hora de comer a Cangas.
Iniciamos el recorrido por el carril-bici de Colmenar, bien conocido por los ciclistas madrileños. Resulta extraño pasar por ahí todavía de noche. Llegando a Colmenar empieza a amanecer. Aunque está previsto buen tiempo, de momento hace frío. He traído unos guantes finos y tengo las manos heladas, tanto que cuando llegamos a Soto casi no puedo accionar con ella las palancas del cambio. Parada en el bar de la plaza, cafés y cruasanes recién hechos. La dueña alucina con el viaje que vamos hacer casi tanto como con mi bici.
El principal obstáculo es cruzar la sierra de Guadarrama. Esta sierra se bifurca en dos en el puerto de Cotos. Para cruzarla hay dos opciones, hacerlo antes de la bifurcación por el puerto de Navacerrada bajando hasta La Granja (mucho tráfico un sábado por la mañana, sobre todo si hay nieve en las cumbres) o después de la bifurcación, por carreteras mucho más tranquilas, desde Miraflores de la Sierra hasta el valle del Lozoya y desde ahí subir otra vez por el puerto de Navafría hasta Pedraza. Nos habíamos decidido por esta segunda opción a pesar de ser la más dura. Para el trayecto entre Miraflores y Lozoya hay otras dos opciones, por el Puerto de La Morcuera de mayor recorrido y mayor altura o por el de Canencia, de menor recorrido y altura. Como el viaje es largo nos habíamos decidido por la segunda opción de Canencia.
Las primeras rampas del puerto de Canencia, por las urbanizaciones de la salida del pueblo, son las más duras. A punto de coronarlas, nos encontramos con un control de la Guardia Civil que nos comunica que no podemos continuar. La carretera está cortada por la celebración de un rally automovilístico. Se nos cae el alma a los pies. Amablemente los guardas nos sugieren ir por el puerto de La Morcuera, se nos vuelve a caer el alma y más cosas. José Manuel afirma que si le llego a decir que la ruta era por Morcuera, no hubiera venido. Yo pienso que si llego a haber sabido esto hubiera preferido el puerto de Navacerrada. No hay otra opción, damos la vuelta, bajamos de nuevo hasta Miraflores y ahí nos desviamos hacia el puerto de La Morcuera. Todavía estamos frescos y subimos bien pero reservando fuerzas.



El día va a ser largo. La bajada del puerto maravillosa... y heladora. El cielo despejado, las cumbres nevadas los bosquetes de robles, arroyos por todas partes. En Lozoya nos desviamos por la carretera del puerto de Navafría. Se nos hace largo, es empinado, huele a pinos, se sube en escalones, unas rampas más fuertes se sucedes a otras más suaves. Casi al llegar arriba es cuando caen los primeros 100km y ya llevamos 2.260m de subida acumulada.



La bajada de firme irregular, cruzamos la N-110 y nos dirigimos a Pedraza. Justo en la desviación un cartel “Carretera cortada a 7km”. Otra vez, no puede ser. Pienso que debería haber traído un mapa para mirar una desviación, no basta con el GPS, José Manuel si lo trae, sabiduría "randoneur" analógica. Cuando vamos a consultarlo aparece un coche que viene de la carretera cortada. Le paramos, le preguntamos y nos dice que se puede pasar, que lo que está cortado es un puente en mal estado pero que se puede pasar por el puente antiguo. Qué ironía, el puente viejo sobrevive al nuevo.
Pasado Pedraza, en La Velilla, paramos a comer un bocadillo. Pan industrial, jamón de sobre. Continuamos en dirección a Peñafiel, el viento sur no aparece, más bien de cara. Sube la temperatura, salen a volar los insectos y hay que cerrar la boca, sobre todo en las bajadas.
La mayor parte de los recorridos los hacemos por carreteras que discurren junto a los ríos y por tanto o suben o bajan suavemente. Solo tenemos repechos cuando pasamos de un valle a otro. El tráfico es escaso, pasamos kilómetros sin cruzarnos con ningún coche. Los interminables campos de cereales están verdes y espléndidos.

 

Peñafiel en fiestas, paramos a comer en la terraza de un bar, bocadillos de queso, buen queso, pan que deja mucho que desear ¿que fue del pan de Castilla?. En la terraza nos ponemos a la sombra, en el interior un grupo de parroquianos cantan y beben, cuando no cantan continúan haciendo una variada gama de ruidos ¡¡menos mal que la temperatura permite estar en la terraza!!
A la salida de Peñafiel hace un poco de calor pero muy llevadero, el viento se empieza a notar en la espalda, se agradece, continuaría así, con más o menos intensidad, de espaldas o de lado, hasta Cangas.



La tarde va cayendo mientras se alargan las sombras y empieza a refrescar. Dos corzos cruzan la carretera delante nuestro. Llegamos a Frómista casi de noche. Cenamos en la terraza de un restaurante. Pasta y arroz con leche.



Termina de hacerse de noche cuando salimos de nuevo a Carrión de los Condes a 20km. donde llegamos pasadas las 10 de la noche con 305km a la espalda y dos recios puertos en el Guadarrama.
Después de guardar las bicis en un corral y cuando le decimos a la dueña del hostal en donde nos alojamos que queremos salir a la mañana siguiente a las 6:00, nos dice que las subamos a la habitación, que ella no se quiere levantar tan temprano. La entiendo, yo tampoco quiero.



A la mañana siguiente cuando salimos, está todo cerrado. En los pueblos cada día se levantan más tarde. Ha helado y el frío es intenso. Al pasar por Saldaña continúa todo cerrado. Estamos ateridos, mis manos vuelven a estar congeladas y otra vez no puedo cambiar de velocidades. Por fortuna el recorrido es llano y no hace mucha falta. Unos kilómetros antes de Guardo, poco después de salir el sol, se ven las montañas de la cordillera Cantábrica nevadas e imponentes, paramos en una gasolinera. Nunca me había sabido tan bien un café de máquina. El empleado muy amable nos muestra los picos, el Espigüete, el Curavacas...
Por fin, casi a las 9:00, en Guardo encontramos un bar abierto, no pueden hacerme una tostada -que no sea de pan de molde- porque no tienen pan, pero nos hacen unos bocadillos de tortilla. Lo peor ante este fenómeno de tener pan para bocadillos pero no para tostadas es que tenerse que tragar una explicación surrealista.
Continuamos viaje, pasando un par de portillas hasta llegar a Riaño.





Siempre me hubiera gustado ver este valle, rodeado de montañas antes de que se construyera el pantano. Me imagino los sotos arbolados, las huertas, los puentes sobre el río.





Me llama la atención las montañas que nos rodean, las recuerdo lunares bajo el sol calimoso del verano, ahora están blancas, brillantes sobre el azul del cielo.

 
 El Espigüete

Llegamos al puerto de El Pontón, casi se ha acabado el viaje, faltan 46 km. hasta Cangas !!pero de bajada¡¡

 

A las 13:00 estábamos haciéndonos las fotos de rigor delante del puente romano de Cangas.



Aquí se pueden ver más datos del recorrido. Se me olvidó activar el GPS al salir de Carrión por lo que los datos del tramo Carrión-Cangas no están reflejados. La distancia total es correcta.

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