"No dudemos jamás de la capacidad de un grupo de ciudadanos insistentes y comprometidos para cambiar el mundo.
De hecho, así es como ha ocurrido siempre."
Margaret Mead

viernes, 11 de julio de 2008

Mi primera bicicleta...


Mi primera bicicleta me la trajeron los Reyes Magos poco después de cumplir los tres años. Era de color azul claro, de piñón fijo, y con las ruedas de goma maciza. No tenía frenos y debía pesar la mitad que yo debido a que era toda de hierro. Nunca usé ruedines ya que mi padre era de ese tipo de padres capaz de correr incansable detrás de mi mientras me sujetaba con una mano por el cuello hasta que aprendí a montar solo. Yo también he sido un padre de ese tipo y he hecho lo mismo con mis dos hijos. Me temo que también tendré que hacerlo con mi nieta.
Mi hermana mayor (que aparece detrás de mi en algunas fotografías) nunca tuvo bicicleta y no sé si llegó a aprender a montar. Las niñas de hace 50 años no hacían ese tipo de cosas. Si que recuerdo que los reyes la trajeron una cocinita de madera pintada de vistosos colores que debió construir mi padre ya que el día de Reyes todavía la pintura estaba fresca y tuvo que esperar un buen rato hasta que pudo jugar con ella.
Al siguiente año los reyes Magos me trajeron un coche de pedales. Era de chapa metálica, se le encendían las luces y tenía claxon. Este no pesaba la mitad que yo sino que debía pesar lo que dos yos ya que el parabrisas era de cristal y el parachoques de hierro. Hace cincuenta años no sé si existían los plástico y los metacrilatos pero si sé que no se utilizaban para fabricar jugetes.
Mi casa era muy pequeña y yo tenía serios problemas de aparcamiento con mi coche (un anticipo de lo que estaba por venir) por lo que tenia que dejarlo aparcado en el pasillo. Un día mi abuela tropezó con él y se cayó al suelo. Después de eso el coche desapareció y nadie supo darme una explicación convincente de donde estaba.
Tiempo después, cuando fui a pasar unos días de verano con mis primos en un pueblecito de la provincia de Granada, vi que tenían un coche exactamente igual que el mío solo que ellos no tenían problemas de aparcamiento porque su casa era muy grande. Mis primos me aseguraban que también se lo habían traído los Reyes Magos.
Mi segunda bici también me la trajeron Los Reyes, era marca DAL, de color verde y los casquillos de unión de los tubos del cuadro estaban fileteados con pintura amarilla. Tenía neumáticos, frenos de varillas y guardabarros. La pena es que mi hermano menor también aprendió a montar y me veía obligado, para mi desesperación, a compartirla con el. El método que empleábamos para usarla los dos era dar alternativamente cada uno una vuelta a la manzana. Eran tiempos en que todavía un niño podía circular sin peligro en bicicleta por ciertas calles de Madrid. ¡¡Hay que ver lo que hemos "progresado" desde entonces!! Yo, que me sentía el propietario único, no siempre me paraba cuando había dado mi vuelta y daba alguna de más lo que implicaba que mi hermano subía a casa dando grandes alaridos y me castigaban a cederle la bici por un tiempo.
La siguiente bicicleta ya me la compré yo de adulto en la década de los 80. Era una PUCH gris y negra que he utilizado intermitentemente, durante largos periodos, para ir a trabajar y para algunas rutas hasta que me la robaron hace un par de años.

1 comentario:

Khali dijo...

Me encantó com trajiste el pasado de tu memoria para que lo conozca los demas. Soy una amiga de tu hermana Marisa, de aqui de Asturias, asi me enteré del blog y estoy perfectamente de acuerdo con que decias en un post que los coches deterioraron las ciudades. Despues de haber vivido en una ciudad grande (en otro pais) estoy encantada vivir en un pueblo pequeño, aunque por desgracia tambien hay coches de sobra por aqui y la gente prefiere coger el coche para ir a dos calles de donde vive...